viernes, 19 de diciembre de 2014

PROGRAMA Nº205 19/12/2014

APERTURA

TODAVÍA DIVULGAMOS

Por: Julio A. Guerrieri


Históricamente todos los temas científicos fueron tratados por gente científica. La causa de ello obviamente tiene que ver con la cultura y la educación de la gente para abordar estos temas é interpretarlos de alguna manera. La historia de la Ciencia ha demostrado desde la época jónica hasta nuestros días que la mayoría de la población es ajena al interés por el desarrollo científico, pero le encanta los beneficios que este desarrollo produce. Subir el agua con un tornillo de Arquímedes ó conectarnos electrónicamente con un amigo en la antípoda son bienes de los cuales no nos gustaría desprendernos. Pero, ¿cómo enterarnos de estas ventajas prescindiendo de un vendedor desesperado por su comisión?  La Ciencia es una herramienta del Hombre y como tal, todo Ser Humano tiene derecho a esa herramienta. Si bien su manejo corresponde a las personas formadas en ella con trabajo, talento y sacrificio, el conocimiento de la Ciencia es un derecho en libertad que corresponde a todos. Este conocimiento de la Ciencia debería ser canalizado a través de mecanismos de información públicos y privados. En el SXX apareció el Periodismo Científico como una especialización necesaria en los medios de comunicación. Pero en la actualidad es la Divulgación Científica la que lleva a cabo la tarea de informar a toda persona interesada en cualquier tema el lenguaje sencillo y comprensible del ámbito, el desarrollo, los experimentos y los descubrimientos científicos. Pero aún más; la Divulgación Científica llega a los propios protagonistas: los científicos que muestran a personas como a cualquier otra con defectos y virtudes. Desde nuestro humilde pero honroso lugar tratamos de hacer nuestra tarea lo mejor posible.

Bienvenidos al 205º y último programa del ciclo 2014 de ETP.
Y gracias por estar.


TITULARES

► Inesperada y asombrosa riqueza semántica en el lenguaje de unos monos(NCYT)
► Las bacterias del vello púbico podrían identificar a un violador(MT)
► El mapa meteorológico más detallado de un exoplaneta(CN)
► Detectan objetos del tamaño de Plutón levantando polvo alrededor de una estrella(NCYT)
► Identificado el mecanismo que graba el miedo en el cerebro(MT)
► Ondas de 'tsunami' empujan a la Voyager 1 al espacio interestelar(RTSM)
►¿En el umbral de la píldora definitiva contra la obesidad?(NCYT)
► Éste es el plan de la NASA para llevarnos a Venus(CX)
► Descubren qué fue lo que acabó con la atmósfera marciana(RTSM)
► Nace el primer servicio meteorológico espacial en español(MT)
►¿Por qué el tiempo no puede 'rebobinarse'?(RTSM)
► Descubren cómo evitar fallas en redes a partir de analizar conexiones cerebrales(CO)
► Boyas metoceánicas para analizar el potencial energético del Mar Argentino(CO)


Referencias:


EM = Es Materia – NCYT = Noticia de la Ciencia y la Tecnología – BBCM = BBC Mundo – NEO = Neofronteras – CO = Conicet – CAD = Ciencia al Dia – ETN = Eso Top News – OBS = Observatorio – CX  = Ciencia Xataka – CN = Cosmos Noticias - MNP = Martín Navarro París (Corresponsalia de El Tercer Planeta) - RTSM= RT Sepa Mas.


Un avance contra el dengue

Científicos del Conicet en el Instituto Leloir dilucidaron el comportamiento de una proteína imprescindible para que el virus pueda reproducirse. Entender cómo funciona el virus abre las puertas a una eventual vacuna o tratamientos contra esta enfermedad.
Por Pedro Lipcovich

Andrea Gamarnik, jefa del laboratorio de virología molecular del Instituto Leloir. Investigadores del Conicet en el Instituto Leloir lograron un avance crucial en una pregunta de fuerte actualidad en salud pública: cómo funciona el virus del dengue. Hasta la fecha no hay vacunas ni tratamientos específicos contra esta enfermedad cuya incidencia, según la OMS, “ha aumentado enormemente en el mundo”. Los científicos argentinos dilucidaron el comportamiento de una proteína imprescindible para que el virus pueda reproducirse: esta proteína es como un autito supermicroscópico que avanza (a velocidades comparativamente superiores a la de cualquier auto de verdad) a lo largo de un larguísimo camino, y este camino no es otro que la cadena de material genético del virus: a medida que el autito avanza, la cadena genética se desenrolla, se despliega, condición necesaria para que pueda dividirse y generar más virus. Saber cómo funciona esta proteína abre la posibilidad de elaborar medicamentos que inhiban su acción, es decir, que impidan la reproducción del virus del dengue. Pero además, por eso de que el autito es supermicroscópico, conocer sus características e indagar las razones de su eficiencia –superior a la de cualquier máquina fabricada por el hombre– es un aporte para la nanotecnología, que precisamente procura diseñar máquinas supermicroscópicas tomando como modelo las que ya existen en la naturaleza. El descubrimiento fue realizado por un equipo dirigido por Andrea Gamarnik –jefa del laboratorio de virología molecular del Instituto Leloir e investigadora principal del Conicet– y Sergio Kaufman –profesor en la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA–. Los resultados fueron publicados en la revista Nucleic Acids Research. (Seguir Leyendo)


Confirmada la presencia de compuestos orgánicos en el suelo de Marte

A los pocos minutos de hacerse público los misteriosos cambios del metano en Marte, los responsables de la misión MSL (Mars Science Laboratory) de la NASA han anunciado este martes en el congreso AGU Fall Meeting de San Francisco (EE UU) probablemente “un dato que estará en los libros de historia”, la polémica frase que anticipó John Grotzinger, científico del proyecto, hace dos años.  El equipo informa de la detección de compuestos orgánicos, concretamente clorobenceno y varios dicloroalcanos (con átomos de carbono y cloro), en una roca analizada mediante el instrumento SAM (Sample Analysis at Mars). El escenario ha sido un lugar denominado Sheepbed, uno de los puntos a lo largo del recorrido del rover Curiosity por la cuenca del cráter Gale. Las muestras se han tomado del suelo con el taladro que lleva el vehículo. (Seguir Leyendo)


Sagan por Sagan

Por: Nicholas Sagan

"Cuando curioseo por la blogosfera, encuentro muchos recuerdos maravillosos sobre mi padre. He pasado todo el día leyendo lo que él significaba para la gente, la manera en que les inspiró para aprender sobre ciencia y sobre el pensamiento crítico o cómo les indujo a un viaje de descubrimiento del Universo. Es enormemente emotivo, y siempre estaré agradecido por ello. Para esta entrada de mi blog no hablaré sobre sus muchos éxitos científicos o sobre todo lo bueno que hizo por este mundo –hay otras personas que hablan de ello más elocuentemente de lo que yo jamás podría hacer-. En vez de eso, voy a compartir recuerdos de mi padre con vosotros. Él significó muchas cosas para mucha gente, pero también fue mi padre y quiero que conozcáis al hombre que yo conocí.

Tenía gran destreza con el pinball, teniendo en cuenta lo difícil que es golpear la máquina sin hacer falta. Íbamos a las máquinas recreativas juntos y ganaba partidas extra como un loco. Los videojuegos nunca fueron su pasión, aunque era capaz de apreciar los realmente buenos. Recuerdo el día en el que le enseñé el “Computer Baseball”, un juego de estrategia para el Apple IIe. Podías enfrentar a algunos de los mejores equipos de la historia de la liga de Baseball contra otros. Jugamos con los Yankees de Babe Ruth de 1927 contra los Dodgers de Jackie Robinson de 1955 durante aproximadamente una hora cuando se giró hacia mí y dijo: “No vuelvas a enseñarme este juego otra vez. Me gusta demasiado y no quisiera perder el tiempo”.

A menudo era invitado a hablar en algún evento, y recuerdo sentarme junto a él y verle ordenar sus pensamientos en momentos de tranquilidad antes de salir a escena. Tomaba pequeñas notas en una tarjeta. Solo una o dos palabras sobre cada tema que quería tratar. Armado con esas notas, salía a escena y cautivaba a la audiencia. Nunca un momento aburrido, nunca un momento en el que estuviese fuera de lugar o perdiese el hilo de lo que decía. Como niño, a veces pensaba en él como un traductor o un descifrador de códigos. ¿Cómo podía transformar meros fragmentos en esas impresionantes e inspiradoras ideas?

Nunca iba sin un dictáfono. Tengo claros recuerdos de esas pequeñas grabadoras de cassete negras con su botones de grabación rojo brillante. Podíamos estar caminando, o charlando y tenía una idea. Se disculpaba levantando su dedo índice y pedía un minuto, cogía el dictáfono y explicaba su idea. Hoy día, yo soy un escritor y también uso dictáfono. Cuando lo hago, las palabras me aparecen tal como: “OK, para el libro, pienso que realmente seria bueno si esto y esto hacen esto en lugar de lo otro…” y más tarde aplico esa idea en lo que estoy escribiendo. Por el contrario, recuerdo a mi padre hablando en largos, fluidos y perfectos párrafos. Tal como lo decía es como aparecería en el libro. A veces tenía una idea, grababa un párrafo o dos para un libro y al final terminaba con una idea para otro proyecto aparte, por lo cual tenía que hacerse con otro dictáfono, y así sucesivamente.

Seguramente sepas que era genial debatiendo. Podía rebatir los argumentos de William F. Buckley [*], y desde niño me había dado cuenta de que mis argumentos sobre “por qué deberías comprarme una bici de cross bien chula” no eran ni remotamente parecidos a los de Buckley. Pero siempre me escuchaba. Siempre me dio la oportunidad de crear puntos de vista válidos. Y al final me encontré dando pedaladas alrededor de Ithaca.

[*] Carl Sagan tuvo un acalorado debate con Buckley en TV después de que se emitiera la película “El día después“. Sagan razonaba en contra de la carrera armamentística y Buckley defendía la disuasión nuclear. Durante ese debate, Sagan habló del concepto de invierno nuclear e hizo su famosa analogía equiparando la carrera armamentística a “dos declarados enemigos hundidos hasta la cintura en un barril de gasolina, uno con tres cerillas y el otro con cinco”.

Me ayudaba intensamente. Incluso en momentos en los que le preocupé –dejando la universidad, por ejemplo– su confianza en mi nunca disminuyó. Le recuerdo siempre cuidando de mí. Al mismo tiempo, era cuidadoso en no ayudarme demasiado. No quería que me echase a perder, y quería asegurarse de que yo fuese capaz de conseguir mis metas por mí mismo sin el mas mínimo ápice de nepotismo. Cuando miro hacia atrás, siento una gran admiración por cómo lo hizo.

Tenía auténtico interés en las personas. Oigo muchas conversaciones en las que alguien pregunta sobre otra persona, pero lo hace por pura cortesía: no le interesa realmente la respuesta. Mi padre nunca fue así. Siempre quería saber cómo eran las cosas para su interlocutor. En Manhattan, cogíamos un taxi, y el conductor podía reconocerle, o quizás no, pero mi padre empezaba una conversación y terminaban en interesantes discusiones sobre el curso de las vidas humanas. El conductor podía hablar explayadamente sobre cualquier lugar del mundo, y Papá sabía un montón de cosas sobre lo que ocurría allá. Recuerdo el pensar que sabía más sobre Ghana que cualquier americano sobre América. Y lo que no sabía, quería averiguarlo.

Recuerdo discutir con él sobre Los Simpson y Beavis and Butthead. Ambas series le causaron una primera mala impresión. Le convencí de que diese otra oportunidad a Los Simpson, y acabó viendo de qué trataba todo ese alboroto. Acabó por disfrutar verdaderamente de la serie. No creo que lo hubiese logrado nunca con Beavis and Butthead. “No están hechos para ser modelos de comportamiento” protestaba yo. “Es una critica subversiva”. No, eso no colaba. Solo puedo imaginar lo que habría hecho al ver Family Guy o South Park. Volvimos al tema de la violencia en los medios. Yo argumentaba que las películas duras y algunas series de TV sólo eran un reflejo de nuestra sociedad, y que no contribuían a la violencia en la vida real. Él no estaba tan seguro de ello. Hablamos de este tema muchas veces. Una discrepancia espiritualmente buena, donde cada una de nuestras opiniones podía desarrollarse de acuerdo con lo que decía el otro. Añoro esos tiempos. Ahora que pienso en ello, es parte del motivo por el que disfruté tanto del cartel “¿Es el arte la inspiración para la locura?” de Worldcon. Tratando estos temas con Joe Haldeman o Tim Powers salen a relucir grandes recuerdos sobre mi padre.

Tenía una paciencia increíble. Sus fans podían aparecer constantemente para hacerle preguntas, pedirle autógrafos o una foto con él. A veces podía ocurrir en un mal momento –si habíamos salido a cenar, disfrutando de una conversación– pero no recuerdo una sola vez tratando a alguien sin muestras de respeto. De niño, él tenía una gran pasión por la ciencia –quería saber por qué las cosas eran como eran– y mantuvo esa pasión durante el resto de su vida. Esto le hizo plenamente comprensivo con cualquiera interesado en aprender. Les hacía espíritus hermanados, y quería compartir todas las maravillas y alegrías que del Cosmos pudo entender.

Nos encantaba el baloncesto. Veíamos partidos de la NBA siempre que podíamos, preguntándonos si ese sería el año en el que Patrick Ewing llevaría a los Knicks a ganar el campeonato. Y la respuesta siempre fue No. Me hablaba de los entrenadores y de cómo eran de jugadores en los años en los que yo ni siquiera había nacido. Cuando el equipo visitante tenía que tirar un tiro libre, los fans del equipo local hacían ruidos y ondeaban las toallas intentando distraerle, y eso nunca gustó a mi padre. Recuerdo decirle que eso animaba al equipo a sacar ventaja en el campo, pero él objetaba de base –no creía que eso fuese deportivo–. Es una postura muy decente. Y también recuerdo a mi madre enfadándose gradualmente, pues quería que me fuese a la cama y mi padre y yo estábamos viendo un partido. Él tenía que prometer que me iría a la cama al terminar el partido. Prórroga. Luego doble prórroga. Y luego otra prórroga mas…..¡Qué partido! (Celtics – Suns, Finales de la NBA 1976).

No le gustaba la película Alien. Yo pensaba que era divertida, de miedo, catártica y él que era innecesariamente violenta y que, ¿por qué la mayoría de los extraterrestres tenían que ser retratados de esa manera negativa?. Tenía sentimientos enfrentados con “La Guerra de las Galaxias”. Recuerdo verla juntos, y cuando Han Solo se jactó de hacer el Kessel Run en menos de doce parsecs, hizo un sonido de exasperación. Le pregunté qué problema había, y explicó que el parsec es una unidad de distancia, no de tiempo. Le dije: “Papá, no es mas que una película” y contestó: “Sí, pero podían intentar aplicar la ciencia correctamente”. Creo que tenía toda la razón. (¿Qué películas le gustaban? Era una fan de las películas épicas de David Lean tales como “Dr. Zhivago” y, especialmente, “Lawrence de Arabia”. Recuerdo cuánto le gustaba el momento en que Peter O´Toole sopla la cerilla y aparecemos de repente en el desierto de Nafud. Es un momento realmente bueno).

Hacía ruidos realmente curiosos. Su risa era explosiva y desinhibida. Era el tipo de risa que te hacía sentir bien sólo por hacerle reír. Sus estornudos eran atronadores. Y de vez en cuando hablaba a los animales en su lengua nativa. Las veces que vimos delfines, les saludaba con una razonable aproximación del idioma del delfín. De vez en cuando le respondían. No tengo ni idea de qué se estaban diciendo. Pero mi sonido favorito de todos era el que hacía cuando se acercaba a algo nuevo e interesante, alguna idea o posibilidad que le impresionase o alguna manera nueva de ver las cosas. Era una especie de “aaaah”. Uno de mis mejores momentos: estábamos viendo mi primer episodio de Star Trek “Attached” y al cabo de unos minutos hizo ese sonido, girándose hacia mi con una sonrisa cegadora y diciéndome: “¡Está muy bien!” Y así continuó durante toda la serie. Amaba totalmente lo que yo hacía. Esa sensación de auténtico disfrute aún esta conmigo, un sentimiento de aprobación y respeto que atesoro como ninguna otra cosa.

Conducía un Porsche 914 naranja con la matrícula “PHOBOS”. Nombre tomado de una de las lunas de Marte. Nunca le pregunté: “¿Por qué Phobos? ¿Por qué no la otra luna, Deimos?” como me hubiese gustado que fuese. De niño me fascinaba la mitología griega y conocía a Phobos como el semidiós del miedo. Es irónico, pues mi padre era la persona menos miedosa que he conocido. Aunque se preocupaba por el estado del mundo de vez en cuando, nunca le detuvo. Cuando hablábamos sobre cómo sería el mundo dentro de 25, 50 o quizás 100 años, decía que era consciente de que habría graves dificultades y retos por delante, pero también creía que todos estaríamos dispuestos a afrontar la tarea. Creía en el ingenio humano y en la compasión, en pensamientos a largo plazo y no a corto plazo, en poner nuestras numerosas diferencias a un lado. Creía en un mañana mejor. Creía en nosotros."


El libro: "COSMOS" de Carl Sagan, Editorial Planeta, 364 págs.

La obra de Sagan ha traspasado todas las fronteras del conocimiento al ser leída durante los últimos treinta años por una enorme cantidad de lectores de todo el mundo y de todas las edades. No es fácil opinar sobre una obra que abarca de una manera ó de otra todas las ramas de la 

Ciencia y que además se encarga de reivindicar numerosos hechos históricos que permanecieron ocultos a la opinión pública durante muchos años. El lector debe estar preparado para una consecuencia de su lectura: es posible que se despierte en él, quizá oculta ó quizá desconocida, la verdadera vocación de su vida si es amante de la Ciencia. COSMOS es la obra escrita de la celebérrima serie homónima de TV de los años 80 y que fue traducida a varios idiomas y vista por millones de personas. Pero el libro posee una riqueza especial: uno puede volver sobre las argumentaciones de Sagan una y otra vez y comprobar a la perspectiva de la distancia en el tiempo, cómo muchas de ellas se van confirmando en la actualidad. Hechos y personajes, historias y tradiciones desfilan por sus páginas en áreas tan disímiles como Antropología, Medicina, Física, Filosofía, Química, Geología, Matemática, Paleontología, Sociología y por supuesto Astronomía, amalgamados todos en una coherente relación de relato que hace a la obra de una imperdible oportunidad de conocimiento que ningún lector debería dejar de aprovechar. COSMOS, la máxima obra de Sagan, además de haber sido reconocida mundialmente por la crítica por sus valiosos méritos, tendrá su merecimiento final el día que fuese al menos un texto de consulta en las escuelas de cualquier parte del mundo. Imperdible. JG.

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