lunes, 26 de julio de 2010

Programa Nº 19 - 17/07/2010

APERTURA

En Jonia hubo un glorioso despertar. Hace 3100 años los griegos fundaron colonias en la península de Anatolia en el Asia Menor, actual Turquía. Allí se establecieron donde se formó un importante centro comercial marítimo para todo el mar Egeo y sus alrededores. Pueblos de todas las regiones de Europa y Asia pasaban por Jonia. La diversidad cultural se acrecentaba día a día y las costumbres y creencias de las culturas se mezclaban constantemente formando un panorama riquísimo para el pensamiento. Este es un buen caldo de cultivo para la Ciencia. En medio de este singular panorama aparecieron hombres que eran hijos de mercaderes y que pudieron aprender de maestros de Grecia y de otros pueblos. Estos hombres tenían el espíritu de la curiosidad y la investigación. Así se preguntaron por cuestiones fundamentales del mundo que les rodeaba; las leyes de la Naturaleza, el aire, el fuego, las tormentas, pero fueron mucho más allá: se preguntaron por la Luna, el Sol, las estrellas y el Universo. En Jonia nació la noción de “COSMOS” en el sentido de orden, en contraposición al “CAOS”. El Cosmos tenía un orden y una escala para el jonio.

Estas ideas se vieron reflejadas en grandes nombres que han llegado hasta nuestros días: Aristarco quien postuló por primera vez que el Sol es el centro del Sistema Solar; midió ingeniosamente la distancia a Luna y luego al Sol y estableció sus tamaños relativos;

Hiparco: el más grande observador de la antigüedad. Realizó un catálogo de 850 estrellas vasv que sólo fue superado en el siglo XVI. Inventó la escala de brillo para las estrellas hasta la 6º magnitud, como hoy se la sigue usando.

Jonia es un ejemplo de una sociedad en la que la libertad de ideas se hace presente, pero por sobre todo, un bienestar social generalizado. Jonia fue la preparatoria para el surgimiento de las estrella de la antigüedad: ALEJANDRÍA.

Pero esa es otra historia.

Bienvenidos al 19º programa de “EL TERCER PLANETA”.




RELATOS CON VALOR AGREGADO:
El Perihelio de Mercurio

Autor: Fernando del Alamo
Adaptacion: Sergio O. Rubinetti

En el eclipse de 1919 en el que Arthur Stanley Eddington comprobó que los rayos de luz se curvaban alrededor del Sol. Los astrónomos implicados en dichas observaciones estimaron el error en un 10%, pero no todo el mundo fue tan optimista. Svante August Arrhenius (fisico y químico sueco) escribió una carta en 1921 al comité Nobel manifestando su escepticismo ante resultados tan positivos.

En realidad, los datos sacados de aquella expedición no eran muy fiables. Para empezar, el proceso se reducía a la comparación entre dos fotografías. La primera de ellas debía tomarse seis meses antes del experimento. En aquel momento, el Sol estaría a nuestra espalda en la fotografía y los astrónomos debían medir la posición de algunas estrellas. Seis meses más tarde, debían medir las mismas estrellas pero con el eclipse por medio. Tenían que poner de manifiesto las diferencias de posiciones de algunas de esas estrellas teniendo en cuenta que la desviación era de 1,75 segundos de arco, o sea unas 50 milésimas de grado. (explicar)
Pero la cuestion era más compleja de lo que parecía. Tenían que comparar placas fotográficas tomadas con seis meses de de diferencia y ello daba muchas fuentes de error, desde que la propia placa fotográfica se hubiera dilatado o contraído hasta que el enfoque del telescopio hubiese sido modificado incluso de forma muy ligera. Llegaron, incluso, a desechar una de las placas por ser incoherente. Aquí se podría acusar de datos sesgados, pues los observadores tienden a ajustarse a los datos de una teoría.
Finalizada esa expedición de 1919, cuando un estudiante le comentó los resultados, a Eddington, simplemente dijo:
- Lo sé, la teoría es correcta.
- ¿Y si no se hubieran curvado? - respondió Eddington.
- Pues lo hubiera sentido por el buen Dios. La teoría es correcta.
Tres años antes de esa expedición, en una carta a Arnold Sommerfeld (fisico Aleman), Einstein escribía:

Usted se convencerá de la Relatividad General una vez la haya estudiado. Por consiguiente, no voy a decir una palabra en su defensa.

La pregunta es, ¿cómo podía tener Einstein tanta confianza en su teoría? Pues porque antes había solucionado el problema de la precesión del perihelio de Mercurio.
¿Y qué es eso de la precesión de su perihelio? Veamos, Mercurio no se mueve en circunferencias alrededor del Sol, sino que lo hace en forma de elipses en la que el Sol está en uno de sus focos. Cuando Mercurio está en la parte más cercana al astro Rey está en el perihelio y cuando está en la más lejana en el afelio.



El movimiento sigue las leyes de Kepler de modo que el área encerrada por CSD es la misma que BSA o sea “barre areas iguales en tiempos iguales” (segunda ley). De aquí se desprende que cuanto más cerca del Sol más rápido irá. Pues bien, esta elipse no está siempre orientada de la misma manera, sino que va girando con el tiempo y esto esta relacionado con el dibujo que hiciste Julio, al comienzo del relato..
O sea, la elipse da vueltas o, dicho de otra manera, el perihelio se desplaza y a eso se le llama la precesión del perihelio de Mercurio.




El problema es que según las leyes de Newton esa elipse tenía que girar a razón de 575 segundos de arco por siglo que es lo mismo que decir que al cabo de 225.000 años dicha elipse daría una vuelta completa cuando se había comprobado que, en realidad, giraba a razón de 532 segundos de arco por siglo, lo que equivaldría a decir que en 244.000 años daría una vuelta. Unos cuantos miles de años de diferencia,
Todos los planetas presentan una precesión de su perihelio, pero la diferencia de calcularlo según las leyes de Newton o las de la Relatividad General sólo se nota de forma tan sobresaliente en Mercurio. (ejemplo de la media)
Esto puede parecer superfluo, pero traía de cabeza a los científicos de la época. Para que nos demos una idea, el matemático francés Urbain Jean Joseph Le Verrier, el mismo que predijo la existencia de Neptuno, postuló también la existencia de otro planeta situado entre Mercurio y el Sol para explicar esas desviaciones respecto de las previsiones de las leyes de Newton. De haber sido encontrado, se hubiera llamado Vulcano. Es más: fueron a buscarlo. El 29 de julio de 1878 hubo un eclipse de Sol en EEUU y allí fueron para intentar ver ese planeta. Curiosamente, allí estaba el mismísimo Thomas Alva Edison pero por otra razón: quería probar un termómetro muy sensible al calor solar. Fuera como fuera, no encontraron nada.
Esta fue la razón que convenció a Einstein que su teoría era correcta y que ya sabía mucho antes de la famosa expedición de Arthur Eddington para comprobar la curvatura de los rayos de luz alrededor de un campo gravitatorio.
Visto de este modo, aunque muchos pensaran que el gran éxito de la Relatividad General era explicar la curvatura de los rayos de luz en un campo gravitatorio, en realidad, durante aquellos años, el logro de esta teoria, fue la explicación del comportamiento anómalo, de Mercurio.

OBSERVAR EL CIELO A TRAVES DE LA RADIO:
SPICA Alfa Virginis



Ascensión recta α 13h 25min 11.58s
Declinación δ -11° 09’ 40.8’’
Distancia 260 ± 20 años luz
Magnitud visual +1,04 (conjunta)
Magnitud absoluta -3,55 (conjunta)
Luminosidad 13.400 / 1.700 soles
Temperatura 22.400 / 18.500 K
Masa 11 / 7 soles
Radio 7,8 / 4 soles
Tipo espectral B1III-IV / B4V
Velocidad radial +1,0 km/s

EL LIBRO

“PACIENCIA EN EL CIELO AZUL” de Hubert Reeves


Una obra de alta divulgación científica escrita por un insigne baluarte de la ciencia. Hubert Reeves (1932) es un astrofísico nuclear canadiense que fue director del Centro Nacional de Investigación Científica de Francia y asesor científico de la NASA. En esta obra, Reeves nos sumerge en un pensamiento unificador con el COSMOS a través del área de su especialidad científica: la Nucleosíntesis Primordial y la Nucleosíntesis Estelar, que nos da como enseñanza la idea que somos “polvo de estrellas” y que átomos organizados producen estrellas, margaritas y seres humanos. Imperdible.

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