UN SIGLO
BAJO LAS
ESTRELLAS
Por: Julio
A. Guerrieri
Los
astrónomos son seres peculiares. Trabajan de noche mirando la Luna y observando
las estrellas. Les sacan fotos, guardan sus imágenes y comparten sus datos y
experiencias. Casi siempre fue así. No hay avaricia en sus disciplinas porque
el cielo es lo bastante grande como para abarcar a todos sin importar cuántos
sean. Cuando la Astronomía comenzó a convertirse en una carrera profesional en
nuestros tiempos a partir de la Era Industrial, los astrónomos comprendieron
que debían agruparse. Entonces, un 28 de julio de 1919, luego de una de las
masacres humanas más grandes de la historia, se reunieron en París los
astrónomos más importantes de la época para iniciar un camino en la cronología
astronómica. Había mucho trabajo por hacer: los nuevos descubrimientos como el
paso de las nebulosas a las galaxias, la perfección de los telescopios que
hacía necesario actualizar los atlas estelares y definir las constantes
astronómicas tan necesarias para efectuar cálculos cada vez más precisos. Así
nació la UNIÓN ASTRONÓMICA INTERNACIONAL que reunió a un puñado de
profesionales en sus primeros años, pero con un aumento incesante de miembros
permanentemente. Las reuniones de la UAI se celebraron cada tres años y
continuaron así hasta el día de hoy. La UAI se encarga de poner el nombre
oficial a todos los cuerpos en el espacio que merezcan ser estudiados y en sus
asambleas se designan las herramientas de trabajo en cada una de sus comisiones
que abarcan todo el cúmulo de conocimientos que se tiene sobre el Cosmos. La
UAI es un verdadero ejemplo de transformación de adaptabilidad corporativa en
favor del astrónomo: lo que comenzó como un pequeño grupo de profesionales para
compartir datos y experiencias, abarca en la actualidad a todos los astrónomos
del mundo que participan en la comprensión del Universo a través de la Ciencia.
Hoy, a cien años de la fundación de la UAI, esperamos que las generaciones
futuras sigan con el mismo sueño de sus fundadores.
Bienvenidos
al 356º programa y especial dedicado a los 100 años de la UAI de EL TERCER
PLANETA.
Y gracias
por estar.
Un nuevo suprarreino y su significado
para el árbol de la vida
Al árbol de la vida acaba de salirle
una nueva gran rama. Se descubrió hace poco un microbio raro y misterioso, una
nueva especie de hemimastigoto, en una porción de suelo de Nueva Escocia, en
Canadá. Los análisis subsiguientes de su ADN han revelado que no era, ni él ni,
por lo tanto, ningún otro miembro del grupo taxonómico, Hemimastigophora, que
se había definido para englobar a criaturas afines a esta recién descubierta y
que hasta ahora no se había investigado con análisis genéticos, ni animal, ni
planta, ni hongo ni ningún tipo reconocido de protozoo; que la verdad era que
caía bien lejos de cualquiera de las grandes categorías conocidas con las que
se clasifican las formas complejas de vida (los eucariotas). Este raro microbio
de flagelos ondeantes y sus parientes tienen, muy al contrario, según estos
nuevos resultados, una categoría taxonómica propia muy profunda:
Hemimastigophora sería un suprarreino (y no, como se suponía, un filo) que
debió de desgajarse de las otras grandes ramas de la vida hace al menos mil
millones de años.«Es el tipo de resultado que solo esperas ver una vez en tu
carrera», dice Alastair Simpson, microbiólogo de la Universidad Dalghousie,
también de Nueva Escocia, que dirigió el estudio. Por impresionante que este
hallazgo acerca de los hemimastigotos sea en sí mismo, más importante aún es
que se trata de la última (y más profunda) de una serie, constante y calladamente
creciente, de grandes adiciones taxonómicas. Los investigadores siguen
descubriendo, no ya nuevas especies o clases, sino reinos de la vida
enteramente nuevos, lo que hace preguntarse cómo permanecieron ocultos tanto
tiempo y si se está cerca de encontrarlos todos. Yana Eglit es una estudiante
de doctorado de la Dalhousie que se dedica a descubrir linajes nuevos de los
eucariotas unicelulares llamados protistas. Mientras hacía una caminata con
unos amigos en un frío día de primavera de 2016 en Nueva Escocia, se quedó
rezagada para rebañar unos gramos de tierra y guardarlos en un tubo de
plástico. (Este tomar de sopetón muestras del suelo, dice, es un «riesgo
profesional»). De vuelta la laboratorio, empapó su muestra con agua y durante
el mes siguiente fue observándola con un microscopio en busca de signos de
formas inusuales de vida. (Seguir Leyendo)
"Si mi teoría de la relatividad es
exacta, los alemanes dirán que soy alemán y los franceses que soy ciudadano del
mundo. Pero si no, los franceses dirán que soy alemán, y los alemanes que soy
judío."
Albert Einstein
"A veces pienso que la prueba más
fehaciente de que existe vida inteligente en el universo, es que nadie ha
intentado contactar con nosotros."
Albert Eisntein
ING. SANTIAGO PAOLOANTONIO
Santiago Paolantonio, Ingeniero, Master
en Administración Educacional, Postítulo en Educación y Comunicación de la
Astronomía. Profesor de Física y Óptica; organizador y docente en varios cursos
y talleres sobre la enseñanza de las Ciencias Naturales, Astronomía y la
Historia de las Ciencias.
Ha desarrollado tareas de investigación en el área de
Astrofísica (Astronomía Extragalática y Espectroscopia), es integrante del
Grupo de Investigación en Enseñanza, Difusión e Historia de la Astronomía del
Observatorio Astronómico de Córdoba y colaborador del Museo Astronómico del
Observatorio. Como aficionado a la astronomía realizó varios trabajos y es
miembro de LIADA. Actualmente está llevando adelante una investigación
histórica sobre los astrónomos y trabajos
realizados en el Observatorio Nacional Argentino. Es autor de numerosos
artículos científicos, de divulgación y de educación publicados a nivel
nacional e internacional, con referato, así como libros: “Córdoba Estelar,
Historia del Observatorio Nacional Argentino”, “Uranometría Argentina 2001”, “Infinito, Maravillas del Cielo Austral” y el
“Manual de Uso del Espectrógrafo Multifunción” para la Estación Astrofísica de
Bosque Alegre, realizado gracias a la beca otorgada por la Asociación Argentina
de Astronomía. Co-editor de las Actas del Workshop de Difusión en Enseñanza de
la Astronomía. Formó parte del Comité Científico del Planetario Malargüe y de
los Workshop de Difusión en Enseñanza de la Astronomía. Ha sido co-organizador
de diversos congresos y reuniones relacionadas con educación y astronomía. Es
socio de la Asociación Argentina de Astronomía y Miembro Asociado. División C
“Educación, divulgación y patrimonio” de la Unión Internacional de Astronomía
Licenciada en Astronomía Fac. de
Ciencias Astronómicas y Geofísicas UNLP (1982)
Doctora en Astronomía de la Fac. de
Ciencias Astronómica y Geofísicas de la UNLP (1988)
Área de investigación
Medio Interestelar, Regiones de
Formación estelar (entre 1982 y 2002)
Astrofísica de Altas Energías (desde
1996 y hasta la fecha) en los proyectos:
Auger , Rayos Cósmicos de Ultra
Elevada Energía.
AMIGA (“Auger Muons and Infill for
the Ground Array”), a cargo del área de Comunicaciones y del Área de Difusión)
CTA (a cargo del grupo Argentino para
el WP-Sites (determinacion de sitios candidatos para el emplazamiento de los
Telescopios en Argentina)
En el área de bajas energías,
colaboradora en el proyecto DSA 3 (Deep Space Antenna 3, de la Agencia Espacial
Europea), para comunicaciones con los satélites Mars y Venus Express y en el
que Argentina cuenta con 10% de tiempo de observación para investigación científica.
Membresías:
Miembro de las Comisiones 30 (Radial
velocities), 37 (Open Clusters), 46 (Education and Development) y 50 (Light
Pollution) de la Unión Astronómica Internacional.
Vice-Chairman del Programa NASE
/Network of Astronomy School Education) de la Com. 46 de la IAU
Docencia
Universitaria (Metodología de la
Investigación)
Secundaria (Astronomía y Física)
Dirección de Investigadores
17 Tesis de Licenciatura
4 Tesis de Maestría (Stage Master
Physique Appliquée, Université de Paris-Sud/Orsay)
2 Tesis de doctorado (en curso)
Trabajos publicados
Autora de 80 artículos
internacionales de investigación científica.
Autora de 60 artículos de Educación y
Difusión de la Astronomía.
Autora de los libros: Constelaciones
del zodiaco: Astronomía para ciegos y disminuidos visuales y Ladrones de
Estrellas (sobre contaminación lumínica).
Productora de los Videos: Mensajeros
del Espacio, Una aventura del pensamiento y Voces del Universo, sobre el
Observatorio Pierre Auger y sus descubrimientos.
Creadora del Planetario para Ciegos
(patente en trámite).
Las estrellas de los difuntos
La ciudad egipcia de Mallawi, situada
a más de 400 kilómetros al norte del complejo de Lúxor, no se halla entre los
principales destinos turísticos del país. En mayo de 2013, una de nosotras
(Symons) viajó hasta allí junto con Robert Cockcroft, investigador posdoctoral
de su laboratorio, con la
esperanza de ver uno de los registros astronómicos
más antiguos del mundo. La tabla en cuestión, descrita hasta entonces solo de
manera vaga, se encontraba en efecto allí. Pero ambos quedaron atónitos al
descubrir que no era la única. En la sala principal del Museo de Monumentos de
Mallawi, Cockcroft vio algo escrito cuando estaba agachado junto a una vitrina
que contenía un ataúd, estirando el cuello para ver la parte inferior de la
cubierta. Symons orientó su linterna hacia un listón delgado en forma de cruz
que sujetaba las planchas de madera. La superficie estaba decorada con
elegantes jeroglíficos que representaban nombres de estrellas. Hasta entonces,
nadie había apreciado la importancia de aquel listón: había sido colocado junto
a ese sarcófago concreto por error. Los registros astronómicos de este tipo
comenzaron a descubrirse en la década de 1890, durante la inspección de las
tumbas de Asiut, un complejo de enterramientos vecino. Al abrir algunos ataúdes
que contenían los restos momificados de nobles locales, los exploradores
hallaron diseños muy específicos en la parte interior de las tapas. Lo normal
hubiera sido encontrar superficies de madera sin decorar o fragmentos de los
textos religiosos habituales. Sin embargo, aquellos dibujos constituían una
tabla bien organizada de nombres de estrellas y registraban los movimientos de
algunas, como Sirio, a lo largo del año. (Seguir Leyendo)
"La astrología es una ciencia que
tienen por golosina los cobardes, sin otro fundamento que el crédito de los
supersticiosos. Es un falso testimonio que los hombres mal ocupados levantan a
las estrellas" – Quevedo, escritor español
William Herschel, el padre de Urano
William Herschel, el padre de Urano
En 1781, una noticia sacudió el mundo
científico: un músico había descubierto un nuevo planeta más allá de Saturno.
Por primera vez desde la Antigüedad, cuando tan solo se conocían seis planetas,
incluyendo la Tierra, el sistema solar se veía ampliado con un nuevo cuerpo
celeste, que recibió el nombre de Urano. El realizador de la hazaña era William
Herschel (nacido el 15 de noviembre de 1738), un organista aficionado al
estudio del cielo que se convirtió en uno de los mayores astrónomos de todos
los tiempos. Herschel heredó de su padre una notable carrera musical. Tocaba
violonchelo, oboe, violín, piano, arpa y órgano y era un excelente artesano que
hacía sus propios instrumentos. Gracias a la música, empezó a estudiar la
relación entre las matemáticas y la acústica. Luego pasó a la física y llegó a
la óptica, hasta encontrar lo que se convertiría en su pasión, la astronomía. A
los 35 años leyó su primer libro sobre esa ciencia y se quedó tan fascinado que
decidió dedicarse al estudio de las estrellas. Pasó a vivir como músico durante
el día y astrónomo por la noche.Como su sueldo no le permitía comprar los
instrumentos necesarios para la observación del cosmos, Herschel construyó su
propio reflector, de 15,5 cm de diámetro y casi dos metros de longitud focal.
El 13 de marzo de 1781, cuando examinaba la constelación de Géminis, vio una
“una curiosa estrella difusa” que era “visiblemente más grande que el resto”,
según sus apuntes. No tardó en descartar la posibilidad de que se tratara de
una estrella porque tenía forma de disco y, además, se desplazaba en el fondo
de estrellas fijas. Como las posiciones de los planetas eran bien conocidas,
Herschel anunció el descubrimiento de un cometa. Las siguientes observaciones
mostraron, sin embargo, que aquel cuerpo celeste tenía un contorno nítido y
defAñadirinido, al contrario de los cometas, y su movimiento tampoco seguía las
órbitas alargadas de esos astros, sino que era lento y casi circular, lo que
indicaba que estaba muy lejos del Sol. (Seguir Leyendo)
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