sábado, 6 de noviembre de 2010

PROGRAMA Nº 34 06/11/10

APERTURA

EL AGUA DE LA TIERRA
Por Julio Guerrieri

El tercer planeta refleja una luz azul al espacio. Cada planeta de nuestro Sistema Solar refleja un color característico y propio. Mercurio refleja un color blanco brillante debido principalmente a su cercanía al Sol. Venus brilla en un tono parecido, pero debido fundamentalmente a la gruesa capa de nubes que cubre permanentemente toda su superficie. Marte aparece con su conocido color rojizo, muestra de la pérdida del oxígeno que había en sus antiguos mares y que parte de él quedó químicamente fijo en las rocas. Júpiter nos muestra sus conocidas bandas de nubes de distintos colores pastel junto con el gran huracán de la mancha roja. Saturno posee la más espectacular de las vistas por su corte interminable de anillos. Urano y Neptuno son los gigantes azules, pero su color se debe a la gran abundancia de metano en la atmósfera de ambos planetas. Sobre el color de Plutón poco se sabe debido a la enorme distancia y a su pequeño tamaño. Un robot llamado “Nuevos Horizontes” va camino hacia él y dentro de algunos años podremos verlo en primera plana.
El color azul de la Tierra se debe a la presencia de oxígeno en su atmósfera y en el agua de los océanos. El agua . . . ¿de dónde provino semejante cantidad como para llenar el fondo de los mares?. Cuando la Tierra era muy joven, caliente y aún blanda, se produjeron una sucesión interminable de procesos químicos durante centenares de millones de años. Esos procesos combinaron átomos de hidrógeno con átomos de oxígeno formando las primeras moléculas del vital líquido. Grandes cantidades de nubes de vapor cubrieron la Tierra y comenzó a llover sin parar por mucho tiempo. Sin embargo, no alcanzó para almacenar la cantidad de agua que vemos en la actualidad.
La Naturaleza siempre guarda sorpresas. Unos vagabundos del Sistema Solar que en aquellos tiempos existían por miríadas impactaban constantemente contra los jóvenes planetas. Eran los Cometas. Casi todos los cometas poseen grandes reservas de agua que quedaron de la nube original que formó al Sol y al resto de los planetas. Los cometas trajeron el agua a la Tierra. Y suena paradójico que los portadores de un elemento básico para la vida, puedan arrebatarla del planeta en cualquier momento. Entonces sí, sería señal de malos augurios como se pensaba supersticiosamente en la Edad Media.
Bienvenidos al 34º programa de EL TERCER PLANETA y gracias por estar.

EXPERIMENTOS EN LA RADIO

PREGUNTA: ¿Por qué los relojes de arena graduados tienen todos una forma cónica?

RESPUESTA: Para asegurar que la escala de tiempos graduada en el cristal es uniforme, con distancias iguales esntre las divisiones correspondientes a iguales intervalos de tiempo. Si el reloj de arena no fuese cónico, la parte superior de la columna de arena descendería a velocidad creciente por la gravedad terrestre.

PREGUNTA: Si subes a una alta montaña con tu reloj de cuerda, ¿adelantará, permanecerá la hora constante ó atrasará?



RESPUESTA: Adelantará. La pieza básica del reloj de cuerda es el volante. A mayor altura tendrá menor fricción con el aire circundante porque la presión barométrica es inferior. Así tendrá menor resistencia y su mecanismo tenderá a ir más de prisa.

RELATOS CON VALOR AGREGADO
Sobre texto de: Marcelo Dos Santos
Adaptación: Sergio O Rubinetti

Orfebres de los cielos

Se llamaba Alvan Clark y vivía en la ciudad de Cambridge, Massachussets, se dedicaba a un oficio hermoso y singular: el de facilitar a otros aplicar la mirada a la belleza del cielo nocturno, descubrir sus misterios y navegar, entre la ciencia y la imaginación, por los más remotos confines del universo.
Había nacido en Ashfield, Massachussets, en 1804. Alvan Clark no nació óptico, sino que pasó por varios oficios a lo largo de su vida, un buen día, durante un viaje a Hartford, vio por primera vez algunos grabados y pinturas y de inmediato se sintió seducido por ese mundo de imágenes y fantasía que se abría ante él y comenzó a estudiar Bellas Artes. Fue en esta época de arte embriagador que el joven Clark conoció a Maria Pease, ambos vivieron para celebrar el sexagésimo aniversario de su matrimonio. Y tan importante fue Alvan Clark para la ciencia, que el evento fue recogido por la prestigiosa revista Science en su volumen 7 de 1886. La llegada de los Clark a la ciencia aplicada se produjo a raíz de que el hijo mayor, George, se sintió enormemente sorprendido por el tránsito del Gran Cometa de1843 (C/1843D1), que fue visible a simple vista, inclusive de día, durante el mes de febrero. Al año siguiente, el joven George Clark decidió seguir el ejemplo de Isaac Newton: tomó una campana de bronce rota, la fundió y construyó con ella el primer telescopio reflector de la familia, ese primitivo instrumento, diseñado por un niño, fue el núcleo de lo que llegaría a ser una gran empresa familiar, productora de equipamiento de excelencia, y protagonista exclusiva de una increíble historia de descubrimientos.
Alvan propuso a sus hijos, visto el éxito de su primer intento, comenzar a construir poco a poco más, mayores y mejores telescopios. El hijo menor configuraba y pulía lentes y espejos junto a su padre y era, además, el encargado de controlar la calidad de las piezas ópticas. Llegó a desarrollar una destreza tal en este aspecto que la historiadora de la astronomía Deborah Jean Warner escribe de él en su libro Alvan Clark y sus hijos, artistas de la óptica: "Alvan Graham Clark tenía un enorme talento para los cristales ópticos. Probaba cada lente y espejo en su taller. Los centraba en una estrella y luego la sacaba de foco bruscamente para buscar posibles defectos en el cristal. Entonces, se ponía un poco de lápiz de óptica en el pulgar, lo pasaba por el cristal y realmente sentía dónde estaba la falla, el pequeño golpe en la superficie, y posteriormente lo pulía de nuevo hasta eliminarlo". Los Clark recibieron un pedido de la Universidad de Mississippi. Su rector, Frederick Barnard, había decidido construir un observatorio en ese estado austral y sólo quería lo mejor para el. Les encargó un enorme telescopio refractor de 435 mm, que debía ser montado en un impresionante tubo de 6,70 m de largo. Clark y sus hijos construyeron la ímproba lente y su tubo, preparados para ser montados sobre una base de acero sólido de 5 toneladas. Al desarmarlos y embalarlos para ser remitidos a su destinatario, llegó a Cambridge la demoledora noticia: Mississippi se había separado de los Estados Unidos, la Guerra de Secesión había comenzado y la universidad regida por Barnard quedaba ahora en pleno territorio enemigo. Los Clark, a pesar de todo, intentaron entregar el pedido, pero las tropas estacionadas en la línea divisoria entre Norte y Sur impidieron el paso de la mercadería, de modo que la lente el tubo y la montura ecuatorial debieron regresar al laboratorio de Cambridge. Una vez en el taller de la familia, Alvan Graham puso manos a la obra. En la noche del 31 de enero de 1862, abrió la cúpula de su observatorio de prueba, asestó el imponente instrumento a la estrella más brillante del cielo, al mirar a Alfa Canis Majoris —Sirio-, junto a la brillante estrella se advertía un pequeño pero inequívoco reflejo, una mínima aberración. Fácil es comprender la desesperación de padre e hijo... Pero ambos eran expertos, y la cuestión no quedó allí. Apuntaron de inmediato el telescopio a otras estrellas y ¡oh sorpresa!... La aberración no aparecía. Sólo Sirio tenía un pequeño reflejo a su lado. ¿Cómo podía ser posible?
Sir Edmond Halley había hecho un descubrimiento asombroso: que los registros de los astrónomos antiguos mostraban a Sirio en una posición que no se corresponde con la real. Decidió constatar el extraño desfasaje con sus propias observaciones detalladas. Sirio en verdad se movía! Halley pudo observar un movimiento de más o menos un grado cada 2700 años, lo que implicaba que la estrella debía haberse desplazado más de un diámetro lunar desde los tiempos de los papiros que él había examinado. Tiempo antes del episodio de los Clark, entre 1834 y 1844, el astrónomo alemán Friedrich Wilhelm Bessel , mirando el movimiento de Sirio, observó algunas irregularidades: la estrella se desplazaba haciendo eses en lugar de seguir un línea recta como debía. Este fenómeno, que también observó respecto de Proción, lo hizo concebir una idea totalmente nueva en la astronomía de su tiempo: Sirio debía tener una compañera oscura, una estrella débil y poco visible que afectaba, con su gravedad, al comportamiento de su pareja. De vuelta en 1862, los Clark acababan de convencerse de que efectivamente el cristal no presentaba defectos en su superficie. Ambos conocían el trabajo de Bessel respecto de Sirio. Alvan Graham Clark acababa de descubrir a la compañera oscura de Sirio y no una aberración en la lente que habían construido. Los Clark calcularon que Sirio B debía tener una masa similar a la del Sol. Los cálculos de Bessel coincidían con eso. Pero las estrellas de una masa solar son bastante brillantes. Entonces ¿por qué Sirio B era tan oscura? Debía ser una estrella enorme y poco densa; creyeron erróneamente que Sirio B era lo que hoy conocemos como un gigante roja, a pesar de que su brillo era blanco. Ni padre ni hijo llegaron jamás a conocer la verdad, porque uno murió en 1887 y el otro diez años después. Recién en 1915, el astrónomo Walter Sidney Adams pudo aislar la luz de Sirio B y analizar su espectro. Conocedor de los trabajos de Halley, Bessel y los Clark, no pudo creer lo que su espectrógrafo le decía: ¡Sirio B no era ni roja ni enorme ni fría! Su temperatura superficial era de 8000 °K, muy superior a la del Sol. Tenía que ser una estrella muy luminosa y no lo era, pero para tener esa masa y esa temperatura, debía contener toda su masa comprimida en un espacio muy pequeño. De ningún modo se trataba de una gigante roja. Era una enana blanca. Escritos de astrónomos chinos del siglo I a.C. indican que Sirio era, hace unos 2.000 años, una estrella roja. No estamos hablando de Sirio A, ya que eso es totalmente imposible. Si algo brillaba con el color de la sangre, tuvo que haber sido Sirio B. Pero eso es igualmente imposible, porque el pasaje de gigante roja a enana blanca no se produce, sino en decenas de miles de años. ¿Podían estar equivocados los astrónomos chinos, árabes e hindúes, que juran y perjuran en sus escritos que Sirio era una de las tres estrellas rojas más notables, junto con Marte y Arturo?.Tanto los documentos babilónicos como los griegos y romanos describen a Sirio como roja. El mismo Séneca —en el siglo I d.C— y también Ptolomeo —en el II— dicen claramente que Sirio era roja. Incluso en el siglo VI, un sacerdote llamado Gregorio de Tours, en su manual para que los monjes pudieran rezar por la noche, llama a Sirio "Rubella", que quiere decir "roja". ¿Dónde está el error? ¿Cómo es posible que fuentes tan dispares y confiables hayan visto algo, en fechas tan cercanas como hace 1.500 años, que la ciencia nos dice que es físicamente imposible? No es imposible. Aunque las leyes naturales prohíben que Sirio B haya sido una gigante roja en el pasado histórico, no prohíben que haya tomado la apariencia de una sin serlo. Una enana blanca ha, como queda dicho, consumido el hidrógeno de su interior. Su núcleo, entonces, está compuesto de carbono y oxígeno, rodeados, a su vez, de una breve capa de helio y una finísima atmósfera de hidrógeno. Es posible que una pequeña cantidad de hidrógeno haya permeado las capas siguientes hasta presentarse en el interior del núcleo. Ocurrido esto, el carbono y el oxígeno hubieran actuado como catalizadores de una nueva reacción de fusión, en la cual se generaría nuevo helio a partir del hidrógeno. Si comenzó esta nueva reacción de segunda generación, fue súbita y violenta, lo que produjo un repentino pulso de calor que elevó la temperatura de Sirio B de golpe. Al subir este calor desde el núcleo hasta la superficie, Sirio B tuvo que ver expandida su capa externa de hidrógeno hasta alcanzar muchos miles de veces su tamaño de enana blanca normal. El hidrógeno superficial debe haberse enfriado y brillado con un tono rojo, en consecuencia. Lo que vieron Séneca y los chinos, por lo tanto, fue una enana blanca envuelta en una nube de gas que se comportaba igual que una gigante rojas sin serlo. Los cálculos más recientes indican que esta situación puede haber durado entre 250 y 500 años, lo que explicaría las observaciones desde el siglo I hasta el VI. Luego de eso, la atmósfera de Sirio B comenzó a colapsar de nuevo, su color rojo se emblanqueció, y de nuevo quedó eclipsada hasta el día de hoy por su compañera, la estrella más brillante del cielo.
En 1995, dos astrónomos presentaron un articulo donde se deduce la presencia de un tercer cuerpo, Sirio C que seria una enana marrón o un planeta tipo Júpiter
Estos científicos contemporáneos no fueron los primeros en observar la anomalía orbital de Sirio A y Sirio B. Las irregularidades del movimiento de ambas estrellas han venido siendo descriptas al menos desde 1894. En diciembre de 1862, casi exactamente un año después del descubrimiento de Alvan Graham, la Universidad de Chicago decidió fundar un observatorio astronómico, uno de los miembros de la comisión fundadora había asegurado que "la Universidad de Mississippi había abandonado un soberbio instrumento en el taller de Clark, por causa de la Guerra de Secesión". Desde su instalación hasta 1868, el Clark de Chicago mantuvo su puesto como el telescopio refractor más grande del mundo, En 1911, se le quitó el tubo Clark original de madera y su montura, las que fueron donadas al Planetario Adler de Chicago, donde fueron armados vacíos y el público puede verlos hoy en exhibición. Las lentes recibieron un nuevo tubo metálico y una montura moderna en Evanston, donde continúa rindiendo sus inestimables servicios en la investigación y la enseñanza hasta el día de hoy. Todos los observatorios construidos en Estados Unidos durante la segunda mitad del siglo xix (y muchos del extranjero) tenían como instrumento principal un telescopio refractor de montura ecuatorial construido por Alvan, George y Alvan Graham Clark. Cinco veces batieron el récord de fabricar el telescopio refractor más grande; siempre se vencieron a sí mismos. La última de esas marcas persiste hasta el día de hoy: nadie ha conseguido construir un telescopio refractor funcional más grande que el Clark de 980 mm que se encuentra aún en uso en el Observatorio Yerkes de la Universidad de Chicago.



OBSERVAR EL CIELO A TRAVES DE LA RADIO:

Seguimos el control del paso por el meridiano de la estrella ARCHENAR, que a las 23:30 Hs cruzo nuestro meridiano del lugar, para las coordenadas de la radio y sus alrededores sino realizamos cálculos precisos.
Por otro lado hemos comenzado la observación de la constelación de Orión y la estrella Sirio, alfa del Can Mayor. Abajo imagen de cometa 103/P Hartley 2



EL LIBRO

"EL SENTIDO DEL UNIVERSO" de Hubert Reeves, Emecé Editores, 285 págs.


¿Tiene futuro la vida? ó ¿La Humanidad está preparando febrilmente su extinción? Estas preguntas se formula Reeves un astrófísico nuclear especializado en Nucleosíntesis Estelar, autor de ésta y otras obras célebres, ("Paciencia en el azul del cielo"). Con un estilo de gran divulgador y puntualmente a nivel profesional, Reeves desarrolla la idea de que la vida es una consecuencia lógica de la evolución cósmica, y que la inteligencia es un arma de doble filo: puede llevar al hombre a su destino final con las estrellas ó puede provocar su extinción inmediata. Con una visión unificadora de las ramas de la Ciencia, el autor aspira al conocimiento humano en su máxima expresión. Un libro para pensar.

1 comentario:

  1. Hola Caballeros del universo el sabado proximo los vuelbo a escuchar

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